Estudios antropológicos coinciden en que el ser humano es una
unidad biológica, psicológica y espiritual. Cada una de estas dimensiones tiene
sus propias características.
Lo corpóreo está relacionado con
todo aquello que constituye el cuerpo físico: las células, los tejidos, los
órganos, los sistemas, etc. Es a través del cuerpo que nos relacionamos con el
mundo exterior.
Por otro lado, la dimensión
psicológica es aquella que nos permite entrar en contacto con las emociones, los
sentimientos, los pensamientos con la percepción y la aprehensión de la
realidad.
Finalmente, la dimensión espiritual,
tiene que ver con el espíritu, es decir con todo aquello que es opuesto a la maldad,
a la destrucción, a la muerte; con aquello que constituye las motivaciones últimas,
aquello que lo impulsa a seguir viviendo, que le llena de esperanza y le
infunde pasión, con las virtudes y los valores.
La espiritualidad tiene que ver con
la manera de vivir las motivaciones. Las personas somos fundamentalmente
espirituales: “a mayor Ideal, mayor espiritualidad y a mayor espiritualidad,
mayor calidad humana”.
La espiritualidad es inherente a la
persona humana, es la fuerza que le llena de vitalidad y de dinamismo; no es
propia de la religión, sin embargo la religión es un medio de vivir la
espiritualidad y resignificar la experiencia humana desde lo Sagrado, lo Divino
o lo Supremo, con una actitud de fe.
La ciencia se ha dedicado al estudio de estas
dimensiones humanas, por un lado las ciencias biológicas, por otro las
humanistas y finalmente las ciencias del
espíritu. Aunque en la dimensión espiritual se ha avanzado poco en comparación
con las demás, existe la firme convicción de que la espiritualidad es la vía
para evolucionar hacia un estado de conciencia superior.
Investigadores como, Tony Buzan, Dan
Millman, Danah Zohar y Ian Marsall coinciden en que la inteligencia espiritual
es la capacidad de trascendencia, de ir más allá de lo biológico y psicológico.
No se limita a la racionalidad instrumental mecánica de la ciencia, es la única
que puede darle sentido a la vida, es la capacidad de relacionarnos armónicamente
con la totalidad, es la capacidad de ser felices a pesar de las circunstancias.
En consecuencia, es importante
mantener el equilibrio entre las dimensiones de nuestra persona para un
correcto desarrollo personal. Es importante la s alud física, psíquica, como espiritual.